Sonríe y mis manos ríen
ansiosas de su regazo,
de su infancia eterna.
El perro juega en sus piernas
y su verso forma todas mis palabras.
Es tu gesto mi pluma más humilde,
la más tierna de mis estrofas está en tus ojos
que ahora corren divertidos tras el balón.
Y paras todos los goles
como retienes mis tristezas y mis miedos
con tu gesto tranquilo, inquieto
de quién no sabe lo que es la vida
y a la vez eres vida de mi rastro.
Es mi savia tu sonrisa
y tu risa más que vida me regala.
Y puedo ser feliz desde esta ventana,
de tus manos a mi canto...
hoy sé, culpable es tu melodía,
qué es sonreírle sin reír a la vida.
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