domingo, 2 de diciembre de 2012

Profeta callejero

El hombre extendió sus alas,
invisibles para aquellos
que no veían, miraban.

Y quedé tan sorprendida
de aquel ser que allí me hablaba,
escondiendo en feo cuerpo
un corazón que gritaba.

Pensé "qué suerte ha tenido,
su guerra ya está ganada"
mas vi como se encogían
sus suaves palomas blancas...
...y le vi llorar sin verlo
¡pobre batalla ganada!

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