A Gabriele Morelli
Ah cuánta es la alegría
de que estemos los dos rodeados de luz
y frente al mar, y reposar los cuerpos
en el abrazo estrecho de la noche,
y sentir que nos ata el mismo día.
Mas pronto, y aunque al mundo lo cobije
(y en él, a ti y a mí) un mismo tiempo,
real para tus ojos y los míos,
tú andarás por tus calles sin yo estar
y yo caminaré sin ti las mías. Lejanos,
nos poblará el recuerdo del amor,
me llegará en el sueño tu mágica visita,
y aún te amaré más. Hasta un día en que mueras,
o yo me muera, o muramos los dos,
y así será, aunque sigamos vivos.
Francisco Brines
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