(El maestro Klaus y su guitarra)
Por el Puente de San Telmo
dos orillas se agarraban ,
y este, prendado, inmóvil,
a la que fue Oro miraba.
La que fue Oro y sigue
resollando las mareas
que los navíos engendran,
y el vaivén de las palmeras.
Danzan, las cinco inquietas
por sentirse observadas
por la torre que contempla
como las luces se apagan.
De azahar y jara
tiene el cuerpo,
el pelo de morería,
y llora por los poetas
como si fuera una niña.
Bajo el calor del tambor,
Sevilla se mueve inquieta,
cohibida ante la mirada
de la Giralda serena.
El patio de las Doncellas
con temor se esconde de ella,
sombrío no mira al sol
y a él la brisa no llega.
De azahar y jara
tiene el cuerpo,
el pelo de morería,
y llora por los poetas
como si fuera una niña.
Palomas y enamorados
son sus reflejos de plata,
al-Kabir sigue los versos
escritos por la Giralda.
De azahar y jara
tiene el cuerpo,
el pelo de morería,
y llora por los poetas
como si fuera una niña.
Los lugares de paso son instantáneas; los lugares de la memoria son escenarios que nos llevan hacia otro tiempo.
ResponderEliminarHe disfrutado con tu poema, Amanda, y me sigue ilusionando tu vocación que te hace compartir lecturas y estudio. Ánimo para ambas cosas.
Ah, y cuando puedas, debes leer al mejor poeta sevillano para mí: Luis Cernuda. (No claro, no me he olvidado de Antonio Machado ni de Bécquer; es que son poetas tan grandes que no admiten categorías).
Un fuerte abrazo.
Gracias mil veces por tu apoyo.
ResponderEliminarSí, Cernuda es un gran poeta, sigo descubriendo más y más mágicos versos de él.
Empecé con Bécquer y seguí con Machado así que qué decir de ellos. Fueron mis primeras lecturas de poesía, les debo mucho.
Veo en Sevilla, cada vez que vuelvo a ella, infinitos lugares mágicos para escribir poesía.
Un abrazo enorme.