Chapoteó risueña,
luchadora,
mordiendo, descuidada
su propia cola agitada.
Peleó con las mareas,
retó a la Luna de nuevo,
desafió su hermosura,
escondió todo su miedo.
Encendió un fuego que no prendía,
buscó maderas que no veía.
Siguió pataleando.
Y arribó un diciembre claro la primavera,
extasiada comprendió que flotaba,
cesó la pelea, el reto,
sacó a flote el temor, mudado a distinto viento.
Flotó, tranquila, en calma,
la Luna le sonreía,
la marea le acunaba.
abrió la flor de su juventud eterna.
Sugerente esta primavera que flota en algún diciembre, será que los calendarios sobran cuando se quiere abrir la flor.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha gustado el poema, Amanda, está lleno de emotiva complicidad. las palabras rompen las estaciones y dejan en el ánimo el día claro y la estación propicia.
ResponderEliminarUn abrazo y fuerza para seguir leyendo, escribiendo y estar llena de vida.
Los calendarios sobran en muchísimas ocasiones.
ResponderEliminarMe alegra volver a verte por aquí, Amando.
Un beso.
Siempre valoro tu sinceridad, y me enorgullece, por valorarla tanto, leer este comentario.
ResponderEliminarRecojo la fuerza enviada, aunque por suerte reboso fuerza para esas tres cosas.
Te mando la misma y más.
Un abrazo fuerte.